Veladoras, escapularios, rosarios, artículos que para muchos pueden parecer simples piezas, pero para los que las compran son más que eso, son parte de una especie de contrato espiritual entre sus personas y San Judas Tadeo, Jesucristo, la Virgen de Guadalupe, San Miguel Arcángel, entre otras deidades.
Texto y fotos: Crisstian Villicaña
Parece hasta innecesario apuntarlo, pero relevante para lo que se quiere narrar. En México la religión católica juega un papel tan importante que se respira y observa desde la mañana hasta la noche. Se ve a la gente persignándose, exclamando frases relacionadas con Dios, de sur a norte del país hay cientos de iglesias, las imágenes relacionadas con el catolicismo abundan hasta en el transporte público, somos un país muy creyente, tanto, que hasta el crimen organizado levanta sus rezos.
Para los que practican esta fe saben que existen una cantidad de artículos que acompañan los rituales y festejos de la iglesia, así como las oraciones y agradecimientos personales.
Hablamos de veladoras, escapularios, rosarios, artículos que para muchos pueden parecer simples piezas, pero para los que las compran son más que eso, son parte de una especie de contrato espiritual entre sus personas y San Judas Tadeo, Jesucristo, la Virgen de Guadalupe, San Miguel Arcángel, entre otras deidades, santos y ángeles del mundo católico, algunas veces en honor a algún ser querido que perdió la vida.
Es entonces que hay un misticismo escondido en estos objetos de fe, se da por entendido que al comprar uno de ellos se está adquiriendo una hoja donde se hace una petición, una plegaría, se extiende el deseo de que algo mejore, se apacigüe, se cumpla por un ser divino.
Para Luz Consuelo Araujo, esto es parte de su día a día, ya que por más de cuatro décadas atiende uno de los diferentes puestos de artículos religiosos que se encuentran afuera de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe; en la calle Segunda, Zona Centro.
"Tengo como cuarenta años vendiendo en este lugar. Primero fueron mis padres los que abrieron este negocio, después ellos me lo dejaron a mí, aquí críe a mi hija desde que estaba chiquita, ya ahorita hasta nietos tengo; nosotros venimos de Guadalajara".
"Yo me pongo diario, no descanso ningún día, pero a las dos me voy y se queda mi sobrino, él se va a las seis o cinco; de aquí sacamos para comer que es lo más importante, tenemos que hacer algo".
¿Qué es lo que más compra la gente?
"Tengo pulseras, oraciones, rosarios, escapularios. Se vende mucho la veladora estos días porque les hacen su altar, sus flores, les ponen sus santitos a los muertos, sus cosas pues; la pulserita de San 'Juditas' es algo que también se vende mucho".
En lo que la señora Consuelo respondía mis preguntas, algunas personas se acercaron a comprar veladoras y oraciones; no pude evitar poner atención al trato que le daba a los clientes, los años de experiencia de trabajo, su actitud respetuosa y en especial positiva me hizo pensar que Doña Consuelo sabe bien cómo mantener su puesto bien atendido; apelando a la máxima dentro de los conocedores del servicio al cliente, la cual indica que éstos no regresan por el producto, sino por el servicio, y acá, parece ser lo elemental, eso sí, de manera sencilla, sin caer en lo empalagoso, ya que al final, la fe también requiere solemnidad, hasta algo de trato humilde, algo que sólo se aprende con los años según pude observar.
¿Son costosos los productos?
"Casi nada es caro. Las velas veinte y veinticinco, los escapularios a diez pesos, llaveros a veinte pesitos, pulseras a veinticinco, no tenemos cosas así caras".
"Antes estos puestos estaban aquí (señalando el frente de la iglesia, los costados de las puertas del inmueble), pero como hicieron esa calle nos pasaron para acá, pero somos los mismos que estábamos de aquel lado".
Doña Consuelo se ve con la energía y ánimo suficiente para seguir dando a los creyentes lo que necesitan, herramientas de fe que les hacen sentir mejor; si funcionan o no, es un tema punto y aparte que sólo los usuarios pueden responder, por lo pronto, las veladoras, rosarios y escapularios se venden como conchitas, polvorones y donas, todos los días a toda hora.