Dolor, frío y precariedades en su traslado de más de un mes para llegar a la frontera con Estados Unidos.

Redacción/ HIPTEX

TIJUANA.- Para muchos centroamericanos, el alimento que reciben al llegar a la ciudad en el desayunador Salesiano Padre Chava es el primero en los últimos tres días que duró su recorrido desde Guadalajara.

Huevo con papas, frijol, arroz y algo dulce es lo primero que cae en el estómago de muchos en días. Aún así, existe quienes se abstienen de entrar al desayunador con tal de no dejar afuera sus pertenencias, como indican las reglas del lugar.

Si bien la mayoría se dice agradecida con México por el trato recibido de ciudadanos y autoridades, también ha habido quienes comparten testimonios de hambre durante gran parte del recorrido.

Observan que los autobuses facilitados por autoridades de diferentes Estados no hicieron escalas que les permitieran proveerse de alimentos o que simplemente no tenían dinero para comprarlos y no hubo quiénes se los facilitaran de manera gratuita.

En el extremo, otros no se quejan de no comer, sino de la calidad o variedad de los alimentos proporcionados.

Y es que muchos salieron de sus lugares de origen con muy poco o nada de dinero. Si bien algunos consiguieron unos cuantos dólares para emprender el viaje, otros iniciaron el camino a pie y sin nada más que unas pocas pertenencias encima.

La madrugada de este miércoles llegó a la ciudad el tercer grupo de la caravana migrante de centroamericanos que atraviesa el país con intenciones de pedir asilo político en Estados Unidos.

Arribaron 343 personas, entre ellas 48 niños y 67 mujeres. Al igual que en el primer grupo la mayoría de los viajeros son varones solos, aunque también se trasladan algunas familias.

En total, desde el domingo que llegó el primer contingente de 85 centroamericanos miembros de la comunidad LGBTI, son 777 las personas de la caravana migrante asentadas en la ciudad.

En sus testimonios de más de un mes de traslado, narran un recorrido de dolor y precariedades matizado un poco con la solidaridad mexicana que les proveyó de lo más indispensable, pero que incluyó dormir en el suelo y a la intemperie, apenas cubiertos con algunos plásticos.

Desde su arribo a la ciudad, autoridades y sociedad civil les han ofrecido alimento y alojamiento, algo que no todos los involucrados han aceptado desafiando el frío y los vientos en campamentos a la intemperie como el que instalaron desde la noche del martes en Playas de Tijuana. (lgs)