La cumbre del G7 en Canadá concluye sin una declaración conjunta, marcada por el rechazo de Donald Trump a un pronunciamiento común sobre el conflicto Israel-Irán y los desacuerdos sobre comercio global
La cumbre de líderes del Grupo de los Siete (G7), celebrada en la ciudad canadiense de Kananaskis, cerró este lunes en medio de tensiones internas y sin el tradicional comunicado conjunto que suele marcar el cierre de estos encuentros. La imposibilidad de unificar posturas ante la escalada de violencia entre Israel e Irán, así como los desacuerdos comerciales, evidenciaron las fracturas entre las principales potencias económicas del mundo.
El expresidente estadounidense Donald Trump —quien regresó al poder tras las elecciones de 2024— fue el principal opositor a un texto común que condenara la violencia en Oriente Medio y llamara a un cese inmediato de hostilidades. Trump, alineado con Israel, consideró “innecesaria” una declaración que “debilite la posición de nuestros aliados”. Esto contrastó con la postura de mandatarios como Emmanuel Macron (Francia) y Rishi Sunak (Reino Unido), quienes presionaron por un enfoque diplomático y medidas de desescalada.
La agenda comercial no quedó al margen de las disputas. La imposición de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos a productos europeos y asiáticos tensó aún más el ambiente. Canadá, anfitrión del encuentro, expresó su preocupación por los posibles efectos en la economía global y en la estabilidad de los mercados.
Pese a los desacuerdos, los líderes coincidieron en la necesidad de reforzar la cooperación en temas como el cambio climático y la seguridad cibernética, aunque sin compromisos concretos.