Durante la Cumbre de los Océanos celebrada en Niza, el Secretario General de la ONU, António Guterres, llamó a los líderes mundiales a proteger al menos el 30 % de los océanos para 2030. España y Reino Unido anunciaron medidas concretas para avanzar en esta meta
Niza, Francia.— En un enérgico llamado a la acción, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, inauguró este lunes la Cumbre de los Océanos 2025 con un mensaje contundente: “Debemos pasar del saqueo a la protección”. La cita internacional, celebrada en la ciudad costera de Niza, reunió a líderes mundiales, científicos y activistas con el objetivo de reforzar la conservación marina frente al colapso ambiental.
Guterres destacó que actualmente solo el 2.7 % de los océanos del planeta está realmente protegido, a pesar de las crecientes amenazas de la contaminación plástica, la sobrepesca y la minería submarina. En este contexto, urgió a la comunidad internacional a garantizar la protección efectiva de al menos el 30 % de los océanos para el año 2030.
España fue uno de los países que respondió con acciones. El presidente Pedro Sánchez propuso destinar más fondos europeos a la futura Ley de los Océanos, además de anunciar la aportación de 8.5 millones de euros al Fondo Azul del Mediterráneo, una iniciativa conjunta con Francia y Mónaco. Sánchez subrayó que su país ya protege el 25.7 % de sus aguas y apostó por la inteligencia artificial y el uso de drones para reforzar la gobernanza marítima.
Por su parte, el Reino Unido anunció la prohibición de la pesca de arrastre de fondo en más de la mitad de sus áreas marinas protegidas, una medida que fue bien recibida por organizaciones ambientalistas.
La cumbre también abordó la creciente amenaza de la minería submarina, una industria emergente que, según Guterres, “podría causar daños irreversibles en ecosistemas que apenas empezamos a conocer”. La ONU instó a considerar moratorias sobre esta práctica hasta contar con evidencia científica concluyente sobre su impacto.
La Cumbre de Niza se perfila así como un punto de inflexión en la gobernanza oceánica, en un momento en que los expertos advierten que los océanos —fuente de vida y reguladores climáticos esenciales— están al borde del colapso.