Giorgio Armani murió el 4 de septiembre de 2025, a los 91 años, dejando un legado que trasciende la moda. Desde el lanzamiento de su marca en 1975, el diseñador italiano revolucionó la sastrería liberándola de rigideces, introduciendo siluetas fluidas y desestructuradas, marcando así un hito en lo que hoy conocemos como “traje de poder”.

Su influencia en el cine comenzó con Paul Schrader en American Gigolo (1980), donde vistió a Richard Gere, personificando un tipo de elegancia seductora y sin alarde, que redefinió la imagen masculina en pantalla. A partir de ese momento, Armani colaboró como creador de vestuario en más de 200 películas. Entre sus trabajos más destacados se encuentran Goodfellas (1990) y The Wolf of Wall Street (2013), donde su firma potenció la identidad de personajes famosos del imaginario cinematográfico.

Además de estos títulos, su participación incluyó películas como Phenomena (1985), The Untouchables, 1987, The Dark Knight, 2008, The Dark Knight Rises, 2012, The Counselor (2013), y documentales como Il mio viaggio in Italia, dirigido por Martin Scorsese. Su colaboración no solo se limitó al vestuario: él marcó tendencia al ser uno de los primeros en aprovechar el potencial de marca del “red carpet”, vistiendo estrellas como Diane Keaton, George Clooney, Anne Hathaway o Sean Penn.

Como empresario visionario, expandió su marca mucho más allá de la moda: perfumería, accesorios, decoración del hogar, restaurantes, hoteles y hasta un equipo de baloncesto, consolidando un imperio valorado en más de 10 mil millones de dólares.

El diseñador también fue conmemorado con grandes homenajes: figuras como Ralph Lauren, Anna Wintour, Julia Roberts, Leonardo DiCaprio, Donatella Versace y la primera ministra Giorgia Meloni expresaron su admiración y gratitud por su legado artístico y cultural.