Estrenado en 2019, Kimetsu no Yaiba no solo rompió récords de taquilla, ganó premios y conquistó audiencias en todo el mundo. También cambió para siempre la manera de producir anime

Por: Orlando Sarmiento Román



En las últimas décadas, el anime pasó de ser un nicho cultural a convertirse en parte central de la cultura popular global. Clásicos como Dragon Ball, Naruto o One Piece marcaron generaciones, pero hoy Demon Slayer se ha posicionado como uno de los títulos más influyentes y populares de todos los tiempos. La pregunta es inevitable: ¿cómo llegó hasta aquí?

La historia comenzó en abril de 2019, cuando llegó a la pantalla chica Kimetsu no Yaiba, adaptación del manga homónimo creado por el enigmático Koyoharu Gotouge. La premisa parecía sencilla —cazadores contra demonios en un Japón feudal teñido de fantasía—, pero sus capas narrativas de ética, dolor, familia y esperanza lo elevaron mucho más allá de una fórmula convencional.

Un protagonista fuera del molde

El corazón de la obra recae en Tanjiro Kamado, un héroe distinto a los protagonistas shōnen habituales. No es el más fuerte ni el más rebelde: sus virtudes son la bondad, la empatía y una brújula moral inquebrantable. Tanjiro encarna una sensibilidad que conecta profundamente con una nueva generación de espectadores.

La revolución detrás de la producción

El éxito de Demon Slayer no puede entenderse sin su estrategia de producción. Ufotable, el estudio a cargo, rompió paradigmas al apostar por una planificación milimétrica y animaciones terminadas antes de los plazos de emisión. En un medio donde los calendarios ajustados condenan incluso a series de gran calidad, esta disciplina garantizó un nivel visual sin precedentes en televisión.

La serie también apostó por un estilo visual que fusionaba animación 2D con recursos 3D, no como un mero adorno tecnológico, sino como parte de una estética cinematográfica fiel al manga. Desde su primer episodio, esta combinación atrapó tanto a fanáticos como a curiosos que nunca habían visto anime.

La jugada maestra: conquistar la taquilla

En 2020, en plena pandemia y con un futuro incierto, Ufotable apostó todo por una decisión inédita: trasladar la historia al cine con una película que fungiría como puente entre la primera y segunda temporada. El resultado fue histórico.

Demon Slayer: El arco del Tren Infinito se estrenó en octubre de ese año y arrasó. No solo se convirtió en la película más taquillera en la historia de Japón, sino que también fue la primera producción no hollywoodense en liderar la taquilla mundial anual. Con ello, abrió una nueva tendencia: trasladar los momentos clave de los animes al cine para elevar la calidad visual y, al mismo tiempo, multiplicar los ingresos. Desde entonces, títulos como Jujutsu Kaisen, Haikyu!! y Black Clover han seguido este camino.

Un legado que ya es historia

Hoy, tras cuatro temporadas, una película y 29 premios, Demon Slayer se prepara para su desenlace con El Castillo Infinito Parte 1, la primera de tres películas que cerrarán la saga. El estreno ya rompió récords en Japón y promete consolidar su impacto a nivel mundial.

La crítica lo ha catalogado como uno de los mejores animes de la historia; si lo es o no, dependerá del criterio de cada espectador. Lo que sí es indiscutible es que estamos ante un fenómeno cultural que redefinió el anime en lo técnico, lo narrativo y lo industrial.

Más que un simple entretenimiento, Demon Slayer es el ejemplo de cómo una obra puede marcar un antes y un después en su medio. Hoy, tenemos la oportunidad de ser parte de la historia desde nuestra butaca de cine, acompañando a Tanjiro en el inicio de lo que promete ser un épico final.