El gabinete de seguridad israelí avala una estrategia para el control permanente de la Franja de Gaza, que incluye el desplazamiento de la población al sur y la administración civil por empresas privadas. La medida genera repudio global y fracturas dentro del propio gobierno

Tel Aviv.– El gobierno de Israel aprobó un controvertido plan para ocupar completamente la Franja de Gaza, desatando una nueva ola de condenas internacionales y tensiones internas en el gabinete del primer ministro Benjamín Netanyahu.

La decisión, tomada por el gabinete de seguridad nacional, contempla la expansión de la ocupación hacia todo el territorio gazatí y el desplazamiento forzoso de la población civil hacia el sur del enclave. Además, se contempla la contratación de empresas privadas para asumir la administración civil, en un intento por evitar el despliegue prolongado de soldados israelíes en tareas de gobernanza local.

“Estamos hablando de una administración sin presencia de Hamás y sin retorno de la Autoridad Palestina”, expresó un funcionario del gobierno bajo anonimato. Según medios israelíes, el objetivo es establecer una “zona tapón” de control permanente que, según el Ejecutivo, impediría nuevos ataques contra territorio israelí.

La propuesta ha sido duramente criticada por organismos internacionales, incluidos la ONU, la Unión Europea y varias organizaciones humanitarias, que advierten sobre posibles violaciones al derecho internacional y al principio de autodeterminación del pueblo palestino. Desde Washington, el secretario de Estado expresó su “profunda preocupación” y urgió a Israel a reconsiderar.

Internamente, la medida también ha generado fisuras. Algunos miembros del gabinete de guerra –incluidos representantes del ejército– consideran que el plan es insostenible y que podría alentar una resistencia prolongada, además de erosionar aún más la imagen internacional del país.

Por su parte, el portavoz de Hamás calificó la decisión como “una declaración formal de limpieza étnica” y prometió “resistencia total frente a cualquier intento de ocupación definitiva”.

La aprobación del plan ocurre en un momento de escalada regional, en el que también se registran ataques cruzados con grupos armados en Líbano y Yemen, y se avecina un cónclave papal que podría tener implicaciones en la diplomacia internacional respecto al conflicto.